Camisas de once varas

montotott

¿Crisis? ¿Qué Crisis? Eso ya es cosa del pasado. Y el mayor problema que conlleva esto es que todo se olvida. Hoy es el día, en que por fin, podremos quitarnos esta vieja camisa que tanto nos pesa. Esa que compramos hace un lustro y que, debido a la escasez de dinero en nuestros bolsillos, hemos tenido que llevar día sí, día también, sin poder preocuparnos por los rotos o las manchas. Sin embargo, el milagro se ha cumplido. Nuestra economía se recupera. Volvemos a la senda del crecimiento, del bienestar, pronto podremos olvidarnos de esta sucia camisa de varas.


Nunca pensé que costaría tanto deshacerse de algo tan ajado y deslucido. Pero también pensé que cuando no se tiene, no se puede, y ahora lo que tenemos, lo único que nos pertenece, es esta vieja camisa a la que hemos puesto nuevos parches y botones. Parece diferente. Pero es la misma camisa que compramos a aquellos viejos con dientes de oro. Aquellos que nos aconsejaron paciencia.


Miramos al ayer, a todo lo que tuvimos. Miramos al mañana con una idea clara: cada día que pasa es igual que el anterior. Viajas en metro para ver las mismas caras y los mismos gestos. ¡Y qué sorpresa! Todo el mundo lleva puesta nuestra camisa. Llegas a la Universidad, protestas, carteles y malestar. Entre el barullo de estudiantes se cuelan palabras como «ladrones» «Wert» «tasas» o «recortes». Y lo más importante, todos llevamos el mismo uniforme. Hasta los profesores parecen haberse dejado llevar por nuestra moda. Llegamos a casa, agotados, y en la tele sólo se anuncian las mismas tendencias de esta temporada: camisas de once varas.  


De repente, un día, se proclama el fin de La CrisisQuizás entre tantas quejas y lamentos no hemos entendido bien.En la calle no hay vítores, ni grandes pancartas, no hay abrazos, ni sonrisas. ¿Qué nos ha pasado? Que los jóvenes seguimos sin trabajo, que nuestros padres están explotados, que nuestros abuelos siguen estirando sus pensiones, que nos recortan los derechos y nos cobran hasta el aire.


Nos han prometido el mañana y el mañana ha llegado, sin embargo, nosotros volvemos a llevar la misma camisa de hace cinco años. Por sorprendente que parezca y aunque muchos se han olvidado, esa camisa se la compramos a unos ancianos con arrugas, sonrientes y miedicas que hoy nos anuncian,altaneros, el fin de nuestras desgracias, de nuestros sufrimientos y nuestros males. Esos, los mismos que predicaron paciencia y sacrificio, tranquilidad y espera, son los mismos que un día, hace cinco años, nos ofrecieron aquella reluciente camisa  que venía con más de una tara. No estuvimos acertados con lo que nos llevábamos en las manos y no oímos lo que desde el fondo del pasillo nos gritaba un extraño. Algo sobre tropiezos, problemas y contrariedades. Algo sobre no meterse en camisas de once varas. 

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