África Oriental y las fronteras de la discordia (I)

Seguro que vosotros, como yo y medio mundo, utilizáis Google Maps para localizar lugares de los que no habéis oído hablar nunca o para buscar el lugar exacto donde tenéis vuestra próxima entrevista de trabajo. Pero seguro que rara vez os habéis fijado en las fronteras. Las fronteras marcan los límites teóricos de los estados de todo el mundo y Google Maps representa todas las fronteras oficiales con líneas continuas, pero también representa, en líneas discontinuas, aquellas fronteras en disputa ( como por ejemplo la isla de Chipre) o zonas independizadas de facto (como el reciente caso de Crimea)

Las disputas por territorios están a la orden del día, y todos hemos oído hablar de Cahemira o Kosovo, pero me gustaría centrarme en África, y más concretamente el África Oriental, donde los conflictos fronterizos salen pocas (¡ninguna!) vez en los medios. Si os fijáis en el mapa, podéis ver como desde Egipto hasta Malawi, hay una cadena de países que tienen esas dichosas líneas discontinuas: Egipto, Sudán, Sudán del Sur, Kenia, Etiopía, Somalia, Tanzania y Malawi. ¿Pero cuál es el problema? ¿A qué se debe esa cantidad de disputas territoriales en la misma zona geográfica? El culpable más directo, sin duda, es el Colonialismo y la rápida descolonización que se produjo desde la década de 1950. Hoy tratamos de explicar paso por paso la cadena de disputas que ponen contra las cuerda al África Oriental.

Egipto, Sudán y la primera discordia

Una de las puertas de entrada a África es Egipto y el Nilo que lo atraviesa. Este es el primer país que vive aún una controversia territorial que, para más inri, es doble.  Si nos centramos en la frontera entre Egipto y Sudán, oficialmente estas dos naciones están divididas por el paralelo 22º de acuerdo con la división realizada por los ingleses nada más y nada menos que en 1899. Sin embargo hay dos espacios (uno al norte del paralelo y otro al sur) que no están totalmente delimitados. El que se encuentra al norte recibe el nombre de Triángulo de Hala’ib y es un territorio en disputa desde 1902. Fue en ese año cuando el Reino Unido cambiaba las normas y anexionaba el territorio al Sudán por considerar que el territorio era más accesible desde el sur que desde Egipto. Desde entonces los problemas no han cesado: en 1958 el poderoso presidente egipcio Gamal Abdel Nasser mandaba sus tropas a ocupar la ciudad y el territorio de Hala’ib, aunque se retirara poco después. Así las cosas Sudán tomó el control del territorio hasta los acuerdos del año 2000 en los que cedía a su vecino el control efectivo del territorio. Parecía que ambas partes iban a alcanzar algún tipo de acuerdo cuando se cumplía un siglo de la disputa, sin embargo un nuevo elemento no tardó en hacer estallar la posible salida al altercado: el petróleo.

Pronto se comenzó a hablar de reservas de petróleo en la zona, lo que volcó la situación y el presidente sudanés, Omar al-Bashir, no tardó en lanzarse a recuperar el control del territorio alegando que nunca habían cedido los derechos de soberanía de la región, sino que habían cedido el control de facto a Egipto. Aún hoy este trozo de desierto sigue sin tener un dueño fijo, los dos países lo reclaman como una parte inalienable de sus naciones y no parece que la solución esté próxima.

Lineas Discontinuas

Muy distinta es la situación de Bir Tawil, el hermano pequeño del Triángulo de Hala’ib y que es mucho menos querido. De hecho tal es el desinterés por este territorio que Egipto asegura que es territorio sudanés y Sudán asevera que es legítimamente un territorio egipcio. Es decir, en medio de Sudán y Egipto, enclavado en el desierto (sólo hay una pequeña laguna, de ahí deriva el nombre de la región) hay tierra de nadie, Terra nullius que dirían los romanos. De hecho, nada te impediría proclamar allí tu pequeña República Independiente. Esta disputa, dado el desinterés de sudaneses y egipcios no tiene visos de solucionarse en ningún momento, al no ser que alguna empresa extranjera encuentre petroleo claro…

Sudán y Sudán del Sur, hermanos condenados a entenderse

Seguramente sabéis que Sudán del Sur logró independizarse en el año 2011 de Sudán por un referéndum apoyado por el 98,83% de los sursudaneses después de enfrentarse en la guerra civil más larga del continente africano (1955-2005) Los acuerdos que se firmaron en 2005 permitían que se celebrara dicho referéndum y además que algunas regiones que permanecían en territorio Sudanés pudieran decidir, más adelante, si querían unirse al sur.

Lineas Discontinuas

Pues bien, este es el caso de la región de Abyei, un espacio rectangular justo en el medio de la frontera que divide a sudaneses y sursudaneses desde 2011. Este territorio debe aún votar en referéndum cuál es su destino (también en las regiones de los Montes Nuba y Nilo Azul debe producirse un referéndum similar), pero las cosas no son tan sencillas ya que casi 10 años después de los pactos firmados en Naivasha (Kenia) los acuerdos no se han cumplido. La clave de nuevo está en las reservas de crudo que existen en su subsuelo y es que Sudán no puede permitirse perder nuevas regiones petrolíferas ya que con la independencia Jartum perdió el 80% de las reservas que ahora controla la capital del sur, Juba.  Desde luego, y a pesar de las diferencias, parece que esta disputa podría tener una solución viable, siempre y cuando se cumplan los acuerdos, pero no podemos olvidar que, con petroleo de por medio, la traición pesa más que cualquier lealtad.

Hasta aquí llegamos a la mitad de esta cadena de la discordia que asola a África de norte a sur pero Kenia, Etiopía, Somalia, Tanzania y Malawi también viven sus particulares contiendas con sus vecinos por alcanzar un fragmento más de suelo (o agua) que «históricamente» les pertenece. Estas cicatrices artificiales que atraviesan África desde la descolonización hacen daño al continente, pero mucho más daño hacen esas fisuras que no llegan nunca a cerrarse.

 

 

 

2 Respuestas a “África Oriental y las fronteras de la discordia (I)

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